Ángeles Oria tiene un largo recorrido en la pintura, su experiencia remonta desde la infancia, según he podido leer en algunos escritos suyos, o de viva voz en otras exposiciones. Entrar en un espacio rodeado de sus obras es penetrar en otra atmósfera, también respirable. En el 2006 la vi en Barcelona, quería publicar algunas obras suyas en una sección dedicada al arte, Sala Urbana, de la revista Lepe Urbana (cerrada en septiembre de 2009). Y, cuando Ángeles comienza regresa al sur, es cuando tengo la oportunidad de asistir a sus exposiciones. Esta vez, en marzo de 2016, en un espacio expositivo singular, una antigua ermita del siglo XVI, erigida a San Cristóbal, y de titularidad pública: "Centro Turístico y Cultural Ermita de San Cristóbal". Poder ver la evolución de una artista, por ejemplo, en una década, es un viaje de aventuras deseoso de ser disfrutado.
Entramos en la muestra, todas las obras cubren el perímetro, y en medio se encuentra un monolito. El efecto de ver en el centro de un espacio un hexaedro, con un foco iluminándolo, es magnético para la atención, un hito fronterizo de obligado paso que nos indica a qué lugar del universo existencial hemos llegado, regalándonos un mapa y un "disfruten su visita". El texto es un alegato que defiende el arte como una dimensión de la experiencia humana que nos conduce a la felicidad. Una teoría eudemonista que concibe la felicidad en la contemplación de las experiencias artísticas porque conmueven, nos evoca otras vivencias, nos estimula el pensamiento, nos inspira... consiguiendo más plenitud y más sentido de nuestra propia existencia. Hay una estética implícita, la belleza que nos rodea y la contemplación de esta. También sirve de aviso, "fíjate en la belleza de tu vida", que puede que haya alguna distracción que nos despiste de contemplar la belleza de la vida tal cual es presentada. O también "disfrutar de una vida sencilla y llena de infinitas cosas buenas", el encuentro con la felicidad descubriendo lo dichoso en lo sencillo. Esta es la transcripción del mensaje:
Entramos en la muestra, todas las obras cubren el perímetro, y en medio se encuentra un monolito. El efecto de ver en el centro de un espacio un hexaedro, con un foco iluminándolo, es magnético para la atención, un hito fronterizo de obligado paso que nos indica a qué lugar del universo existencial hemos llegado, regalándonos un mapa y un "disfruten su visita". El texto es un alegato que defiende el arte como una dimensión de la experiencia humana que nos conduce a la felicidad. Una teoría eudemonista que concibe la felicidad en la contemplación de las experiencias artísticas porque conmueven, nos evoca otras vivencias, nos estimula el pensamiento, nos inspira... consiguiendo más plenitud y más sentido de nuestra propia existencia. Hay una estética implícita, la belleza que nos rodea y la contemplación de esta. También sirve de aviso, "fíjate en la belleza de tu vida", que puede que haya alguna distracción que nos despiste de contemplar la belleza de la vida tal cual es presentada. O también "disfrutar de una vida sencilla y llena de infinitas cosas buenas", el encuentro con la felicidad descubriendo lo dichoso en lo sencillo. Esta es la transcripción del mensaje:
El arte nos cambia y
nos hace más felices.
Ver películas que nos conmueven,
escuchar una música que nos
hace recordar, leer un poema
que nos hace pensar o
en este caso mirar un cuadro,
son experiencias artísticas
que necesitamos para una
vida más plena y llena de sentido.
Mi trabajo tanto pictórico como gráfico
es un fruto de una continua búsqueda
de sentido a la vida.
Mi familia, mis niños, Eloy, amigos, alumnos,
conocidos... forman parte de mi recorrido.
Gracias al cariño de todos ellos
puedo disfrutar de una vida sencilla
y llena de infinitas cosas buenas.
Ángeles Oria
Parar para ver, para contemplar, desde otra manera de mirar que tenemos, desde un estado no ordinario de la mente, muy parecido a mindfulness o atención plena. Supone también un descanso frente a lo frenético de las producciones artísticas que fomenta el capitalismo imperante, provocando un histerismo en artistas contemporáneos que siguen los dictados del mercado: producir a gran velocidad y con efectismo dirigido a llamar la atención por cualquier medio, para distinguirse entre la marea selvática y desembocar en los puertos de las galerías burguesas. Para una trabajadora del arte, ese no es el objetivo. No es solo el fin, el arte es en sí el medio para alcanzar la trascendencia de nuestra vida. Lo revolucionario radica en el golpe contundente que asesta contra este sistema económico, por la que una trabajadora del arte se apropia de los medios de producción. El arte como una dimensión humana que necesita ser vivida como todas las demás, de ahí la completud, frente a los medios de comunicación modernos afanados en persuadirnos de que el arte es un mero entretenimiento (así le fue fácil al gobierno subir el IVA cultural al 21% desde septiembre de 2012). El arte nos hace partícipes y crea una felicidad compartida entre lo individual y lo colectivo.
Si quieren asomarse a este mundo, pulsen esta entrada: Muestra Ángeles Oria
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Fuentes consultadas:
Obras representadas y texto incluido en la primera imagen: © Ángeles Oria
Fotografías y comentarios: (cc) José Luis Paleán
http://www.docenotas.com/107677/la-subida-del-iva-cultural-cumple-un-ano-haciendo-honor-a-los-peores-vaticinios/
http://conocimientosfilosoficos-filosofos.blogspot.com.es/2010/10/la-etica-como-una-rama-de-la-filosofia.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Trastorno_de_conversi%C3%B3n
http://angelesoriapintura.blogspot.com.es/2011/01/la-deflagracion-colorista-de-oria.html
https://www.virtualgallery.com/galleries/angeles_oria_a24506
